El loco de Hugo y Frank Zappa





Hace 7 años atras quede solo, mis padres se habian muerto y mi pareja me había dejado, yo me había perdido en la oscuridad, lo había hecho por iniciativa propia, sin linterna y creyendo que sin amor se puede vivir normalmente.


Me fui a vivir en completa soledad, la cual nunca ha sido mi amiga y no lograra serlo.
( "haz de la soledad tu amiga" me dijo un seudo amigo carente de alma.... el no pudo estar solo ni medio dia una vez)

Una tarde vi pasar a Hugo con un abrigo de piel en pleno verano.
Era un abrigo muy parecido al que usaba John Lennon, pero en Nueva York en pleno invierno.

Hugo era un vecino musico muy pintoresco. Su pelo al estilo del negro de Patrulla Juvenil (Clarence Williams III) me recordaba mis mas tiernos años cuando en casa en un pequeño televisor Bolocco en blanco y negro nos sentábamos los 3 hermanos junto a nuestros padres a ver la serial, quizas la única de la epoca junto a sombras tenebrosas que solian pasar en las noches.
Los fines de semana Sábados Gigantes con Don Francisco. 
Esto transcurre en la decada de los 70s.


Muchos annos despues yo quede sin trabajo, no había agua caliente en casa y solo unas pocas latas de salsa de tomates vencidas que me hacían pensar sobre el botulismo a cada instante. Me daba panico que me encontrasen descompuesto en el piso de la casa, no queria morir subitamente. Hasta me daba algo de verguenza.

Hugo frecuentaba la botillería de la esquina con un periodos de 3 a 4 horas,  se le veia pasar cargando uno o dos botellones de vino barato, de ese vino de exportación, en Chile todo el vino es bueno.
Ese transitar a mi me intrigaba.

En mi casa no había luz, tampoco en mi corazón, se había apagado casi totalmente con la ida de mi amor, ya no queria vivir y ese verano parecia no pasar nunca, deseaba morirme en otoño, cuando las hojas caen, me imaginaba en un ataúd muy barato, siendo llevado por un puñado de amigos decadentes y borrachos, me imaginaba una tumba de un cementerio abandonado cercano a un bosque lleno de hojas caídas al igual que yo, me imaginaba un dia frio y gris.
Imaginaba infantilmente que después de mi breve funeral mis pocos amigos se irían a un bar a beber vino barato y hablarían de mi en voz baja, para evitar cualquier incidente.

Así fue como fueron pasando los dias, Hugo continuaba su loca carrera hacia la botillería una cantidad incalculable de veces.

Una tarde rojiza, esas tardes que al fin del dia piensas ..." hoy se acaba el mundo", el horizonte estaba muy rojo, como un atardecer en Marte .Yo tan lleno de pena que las lagrimas caían en la larga escala a la entrada de la casa que tantas veces nos vio pasar, en donde tantas veces junto a mis padres esperamos la hora del te .
Muchas veces por la misma escala vimos llegar a algún amigo, enamorada, pariente o cobrador.
Esa tarde roja divise nuevamente a Hugo, se dirigia hacia su casa, venia de la botillería, en una especie de procesión alcohólica.
Le hable como suplicante, pero lleno de esperanzas, yo ansiaba un amigo, un ser que me llevara hacia donde yo queria, la muerte mas inmediata posible, una muerte rapida y sin dolor. 

Hugo comprendió rapidamente en la situación que yo me encontraba, entre los que han sufrido no se precisan las palabras, tampoco gestos, yo llevaba dias sin comer, me había alimentado a base de una decena de sobrecitos de te ingles (Twinings) y azúcar, seguramente me parecia mucho al vampiro Barnabas Collins.

Había pasado gran parte de mi niñez viendo a Hugo y pocas veces nos habíamos saludado, tampoco nunca habíamos entablado la mas minima de las conversaciones.
Ya en su estudio de musica y después de beber lo suficiente como para romper el silencio natural de la depresion le conte tangencialmente lo que estaba viviendo, evite usar palabras que me hicieran recordar lo mal que me encontraba.
Temi largarme a llorar desconsoladamente, imagine con todas mis fuezas a Clint Eastwood y resisti las lagrimas.

Recuerdo que Hugo me invito unos completos (hotdogs) en un carrito, de esos que hoy en dia se han propagado como una especie de franquicia criolla.
(lo mismo ha ocurrido con los carritos con sopaipillas, los cuales se les encuentra en toda epoca, una fenomeno social, producto de nuestra economia, muchos llenan sus estómagos con frituras que pueden comprar por pocos dinero, esto debe explicar que seamos el pais con mas operaciones de vesícula en el mundo...)

Así pasaron los dias y nuestra amistad se fue enraizando entre vino tinto y completos, lo que alimentaban precariamente mi cuerpo, creo que el vino tinto aporto mas nutrientes que el pan y las salchichas de gato.
Una tarde hacia fines del verano comenzamos a ensayar el tema de Frank Zappa " Baby Snake", Hugo era parte de una banda de Rock y Rockabilly, poseía las habilidades que un musico, yo dificilmente podia seguir el ritmo y mantenerme en pie.
Al cabo de horas habíamos logrado un cierto dominio del tema y yo gritaba imitando el falsete de Frank Zappa " beiiibiiiiiii ssssnaaakeeeeee" , pasamos así tardes enteras, y de vez en cuando acompañaba a Hugo en sus expediciones a la botillería de donde regresábamos cargados de botellones para continuar el frenético ensayo de Baby Snake de Zappa inmersos en un mar carmesi de vino.




Así pasaron los dias , las semanas y los meses, llego el invierno y lentamente  fui superando la depresion gracias al canto y la comida chatarra veia la vida con otros ojos, ya no queria morir y ya avanzado el invierno comencé la practica que tanto vi de mi madre, comencé a cocinar (tambien la vi rezar muchas veces) y en agradecimiento le mostre a Hugo la manera en que se deben preparar los porotos a la mexicana, así pasamos el invierno, tocando rock y ensayando a Frank Zappa, cuentan algunos amigos que una noche toque un blues en la bateria, acompañado por la banda.

Con la llegada de la primavera yo encontre trabajo nuevamente, vi como el sol volvia a mi vida, Hugo continuaba tocando Rock y seguia su incansable orbitar por la botillería como una especie de cometa.

Con los meses después comprendi que Hugo me había salvado de morir de pena, me había salvado con un simple ejercicio, el canto y la desinteresada amistad en los momentos de dolor.

Por eso estas lineas, a modo de agradecimiento, donde sea que te encuentres Hugo, gracias por evitar mi muerte absurda y solitaria.

Aunque he vuelto a sufrir y he vuelto a quedar solo mucha veces, nunca mas he sentido el absudo deseo de morir.





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