La Verdadera Historia del Enano Egoista




Cierto día en la solemnidad del alba un buen amigo me contó la historia del enano egoísta.

Lejos en la cordillera habitaba cierto enano al que nadie quería pues no dejaba jugar a los niños en su jardín .
Su diminuto jardín estaba minuciosamente ordenado con las flores mas bellas, pero era tal la insignificancia de este enano, que su estatura no le permitía contemplar belleza alguna.
El enano vivía con una anciana que le acompañaba desde que sus padres  lo  abandonaron en la puerta de un orfanato en las montañas. 
El enano creció en la más profundo abandono.
Sin padres, sin amigos. Rodeado de temores. 
Con los años su diminuto corazón solo albergó un enorme egoísmo, egoísmo que fue esculpiendo su ínfima existencia. 

Cierto día dos jóvenes campesinos que se dirigían al pueblo decidieron descansar y comer una merienda en el bello jardín del enano egoísta .
Este al percatarse que su jardín había sido invadido procedió a expulsar a los jóvenes ayudado por la fea anciana, la que premunida de una escopeta hechizada persiguió a los campesinos por el valle, mientras el enano parado en una rama de un árbol lanzaba todo tipo de groserías y maldiciones a los dos ágiles jóvenes que huyeron río abajo. 

Al día siguiente el enano decidió construir un gran muro para así evitar que niños y campesinos de la aldea pudieran entrar a su jardín. 
Como el enano era muy flojo, se limitó a dar ordenes desde lejos a la famélica anciana, mientras ella al pasar de los días iba construyendo el muro lentamente. 

El enano era muy desconfiado, ordenó a la anciana vigilar todas la noches su jardín.
Un día ya entrado el invierno, el enano encontró el cuerpo sin vida de la anciana sepultado en la nieve. 

Pasaron los años y el enano se fue volviendo viejo, en su patio cubierto de nieve ya no florecían mas flores. 

Cierto día de primavera en la campiña el enano decidió destruir el muro pues se había cansado de la soledad y del continuo invierno que habitaba su corazón. 

Días después volvieron unos niños con la intención de jugar con la poca nieve del jardín, pero una vez mas el enano hirviendo en cólera los expulsó, los niños corrieron despavoridos hasta perderse en los pastizales de la campiña. 

Gran sorpresa para todos fue comprobar que el enano seguía siendo el mismo, el miedo y el egoísmo dominaban su ser.

Cierta mañana los dos ya no tan jóvenes campesinos regresaron al campo y al darse cuenta que el muro ya no existía ingresaron a la casa del enano. 
Provistos de palos y machetes procedieron a masacrar al enano mientras este dormía plácidamente en una gran cama cubierta de dinero.
Todo sucedió muy rápido, antes que el alba los sorprendiera, el enano había sido descuartizado en diminutas trozos imposibles de reconocer. 

Los viejos campesinos de la aldea cuentan que poco o nada del enano se pudo encontrar o reconocer debido a lo brutal que fue su crimen.

En el jardín volvió a salir el sol y las flores volvieron a crecer, los niños volvieron sin temor a jugar nuevamente. 

De nuestros dos campesinos nunca mas se supo, tampoco nadie los buscó. A veces cuando llega la primavera en la campiña los viejos narran la historia del enano egoísta y su trágico final.

Es así como termina mi cuento, el que me contó un viejo amigo, con el que solíamos vernos solo en las primaveras para recorrer los campos en busca de enanos egoístas y miserables.


Cualquier parecido con la realidad es intencional.
El egoísmo y el temor van siempre juntos, el egoísta teme abrir su corazón y cuando lo abre ya es demasiado tarde.
Que me perdone Oscar Wilde. 
Jorge Araya - Invierno del 2011

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